En términos médicos el panorama, desde el ejercicio del voto para los ciudadanos, estará de “infarto”. En el país “galo”, la derecha e izquierda tradicional, debe ser observada como una línea política de abrirse al mundo o cerrarse al mundo. En esa radiografía tiene como protagonistas a la ultraderechista Marine Le Pen y el conservador Alain Juppé. Una propuesta de campaña política, que tiene a Rusia con toda la atención puesta en París, luego de las sanciones de la administración del ex presidente Barack Obama a este último país, con una tendencia a “escudriñar los correos del vecino en internet”.

En resumen, gobernar a Francia –que tiene por historia 240 clases de queso- no será fácil para quién resulte triunfador de las elecciones. Por ejemplo, Le Pen, es financiada por un banco ruso. Algo que parece contradictorio, si se tiene en cuenta que por un lado es muy nacionalista, pero a la hora de conseguir dinero tiende un puente con Moscú.

Lo cierto, es que tanto en Inglaterra, Holanda y Francia ya no se tiene claro que es ser ciudadano francés, holandés o inglés. A los españoles les pasa lo mismo. Toda Europa parece caer en esa tendencia, que abre una puerta a la comunicación política: “quienes son los ciudadanos y cómo se comportan”.

En ese contexto, quienes tengan claro su posición de derecha o izquierda, se traducirá tarde o temprano en apertura o nacionalismo, donde Donald Trump, parece tener una ventaja desde el 20 de enero de 2017, cuando tomo posesión como presidente de los Estados Unidos.

La pregunta es ¿Cómo va a sobrevivir Francia en medio de este panorama geopolítico, sin salir damnificada? Un situación que afectará al llamado “europeísmo de avanzada”, que no estará ajeno a América Latina, donde la izquierda parece estar de “salida”, bajo una crisis de la democracia, gracias al avance de los ciudadanos desde las calles. Un tema de profundo análisis académico de la XI Cumbre Mundial de Comunicación Política en Cartagena del 7 al 9 de junio de 2017.