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Una bomba a punto de explotar: consecuencias de la crisis humanitaria en Gaza

Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel. (Dibujo: NOVA)

Por Israel Rabinowicz, corresponsal de NOVA en Israel

Cuando la BBC en menos de 48 horas se vio obligada a retractarse y disculparse por la titulación de la nota en la que informaban sobre el atentado terrorista del último viernes en Jerusalén, en la que una joven oficial de la Policía de Fronteras de 23 años falleció y otros cuatro soldados quedaron heridos en manos de 3 terroristas palestinos provenientes de una aldea cercana a Ramallah, quedó documentado que las permanentes denuncias de identificación política hacia un solo lado del principal medio inglés no eran exageradas.

Desde el mismo momento en que la nota titulada “Tres palestinos fueron asesinados” se puso al aire en forma inmediata los reclamos comenzaron, primero diplomáticos y luego políticos, desde los niveles más altos. La Casa Blanca también hizo sentir su malestar, ya no pudieron justificar como otras veces lo hicieron manifestando que son las opiniones que el corresponsal envía: debieron salir con una declaración oficial comprometiéndose a analizar, estudiar y reformar toda la política editorial que sobre el problema israelí palestino históricamente la BBC mantiene.

El atentado fue reivindicado rápidamente por Daesh y Hamás, aunque lo más seguro es que ninguno de los dos haya tenido una implicancia de organización directa ya que son formaciones individuales que de repente, sin preparación ni aviso previo, responden a una educación que durante años se fue introduciendo en sus mentes. Justamente el abandono por parte de la Autoridad Palestina de esta educación que ya desde la niñez y en sus libros escolares fomenta la lucha contra Israel y el pago de un alto subsidio mensual a los miles de terroristas que cumplen sus condenas en cárceles, además del apoyo económico a sus respectivas familias. Son cientos de millones de dólares anuales destinados a dichos fines, es lo mínimo que Israel exige para que palestinos e israelíes retomen las conversaciones de paz.

Ambos saben que son simples declaraciones que al día de hoy son imposibles de instrumentar; ni el Presidente de la Autoridad Palestina tiene la fuerza y la capacidad para afrontarlas. Las peleas y divisiones internas solo esperan su desaparición para estallar, tampoco Benjamín Netanyahu tiene interés alguno de desgastarse en algo que no cree. Además, la presión internacional en tal sentido disminuyó, los atentados que se van produciendo en los diferentes países colaboran para ello.

Los últimos días son muchos los que me consultan cómo se entiende que la propia Autoridad Palestina, responsable del pago por el suministro eléctrico por parte de Israel a Gaza, solicite que dicho suministro se disminuya aún más, en lugar de cuatro horas diarias llevarla a tres, en pleno verano con temperaturas cercanas a los 40 grados y faltante de agua en condiciones de ser consumida. Esto indica una clara intención de multiplicar el caos humanitario, lo que puede explotar hacia una única dirección para presionar un nuevo enfrentamiento con Israel.

Finalizado el anterior enfrentamiento del 2014, diferentes países y organizaciones internacionales se comprometieron a aportar más de US$ 5.000 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza, al final menos del 10% de lo prometido. La principal fuente de ingresos proviene de Qatar e Irán pero gran parte de los mismos se derivan en actos de corrupción incrementando las abultadas cuentas bancarias personales de sus dirigentes en paraísos fiscales y en fines militares. Menos del 20% llega a la población civil, los resultados están a la vista.

Para evitar un reconocimiento de facto al Hamás no existen relaciones directas con éste, todo se canaliza a través de la Autoridad Palestina, ello hace que la utilización política de los fondos destinados a Gaza sea una cuestión de todos los días. El ponerlos contra la espalda y la pared parece ser una política que les viene muy bien a muchos, incluso a ellos mismos, cada uno con intereses y objetivos muy diferentes. Las distancias aquí son muy cortas, el aire que se respira dice que el verano puede resultar muy caliente.

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