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La historia de Afanancio, un ladròn a favor de los honestos

Afanancio, una creación de Adolfo Mazzone.

Afanancio debutó en la revista argentina Rico Tipo a principios de los años ’50. Fue fruto de la imaginación y la pluma del célebre Adolfo Mazzone. Junto a otros personajes con los que compartió cartel, entre ellos el notorio Piantadino, el sobrino Capicúa o Batilio, Afanancio ya desde su nombre en idioma lunfardo es un fiel reflejo en clave de humor del estereotipo clásico del porteño habitante de Buenos Aires de clase media baja.

El principal rasgo de este amigo de lo ajeno y manolarga, es su capacidad de, en un parpadeo, apropiarse de objetos que no son suyos. Sin embargo, Afanancio no es un ladrón. La ciencia denomina cleptomanía, a una enfermedad caracterizada por un “desorden de la personalidad que lleva al robo compulsivo”, pero tildar a Afanancio de “enfermo” es un poco fuerte. Por eso, limitémonos a calificarlo como “personalmente desordenado”.

Y está muy lejos de serlo. Por lo general logra desbaratar los planes de los verdaderos malvivientes que roban bancos, hacen boquetes para saquear joyerías, y otros actos de delincuencia.

Lo único que podemos ver del rostro de Afanancio, es lo que no tapa su particular gorrita a cuadros. Vive permanentemente en actitud sospechosa y con frecuencia pide disculpas a las víctimas de sus inconscientes arrebatos. Es, digámoslo de una vez, un punga, pero sin querer queriendo.

De su familia solo conocemos a dos miembros: su complaciente Tía Inmaculada que lo apaña e intenta en vano corregir su manía de robar una y otra vez (y a menudo lo castiga), y a su sobrino Botafogo, que lo acompaña en sus aventuras e investigaciones.

Como todo cleptómano, Afanancio es incapaz de resistirse al impulso de robar cosas que no le son de valor personal y, si bien no siente alivio o placer al momento de cometer el atraco, se muere de vergüenza al reintegrarle sus pertenencias a los por él desposeídos.

A menudo, carece de una buena fundamentación para el robo. Tal es así que, en una ocasión, se robó las hamacas de una plaza y las devolvió bajo la presión de su sobrinito. No obstante, es la nunca bien ponderada Tía Inmaculada, quien en reiteradas ocasiones debe dar la cara ante la policía y los legítimos dueños de los objetos que Afanancio sustrae.

En otra oportunidad en que lo asaltaron, los maleantes llevaron las de perder. Despojados de sus armas de fuego, cuchillos y pantalones, no tuvieron otra alternativa que denunciar a Afanancio ante la policía, pero terminaron presos por “atentar contra el pudor”.

Durante otra secuencia memorable en la que paseaba con Botafogo, Afanancio le quitó con total destreza el látigo a un campesino que azotaba a su caballo de carga (o lo que el niño denominó “el instrumento de tortura”), mientras que el animal aprovechó la indefensión de su amo para morderle la retaguardia.

Más allá de la repetida temática de policías y ladrones, ladrones y víctimas, víctimas e inocentes, Afanancio esconde detrás de la máscara de un incorregible carterista, el clásico mensaje de justicia en el que siempre termina por triunfar el bien. “Por todos lados hay malandrines”, solía decir humildemente Afanancio, quien no se consideraba uno de ellos.

De todos modos, podía dormir tranquilo, porque los verdaderos ladrones, siempre terminaban presos. Y él, en el fondo, sabía que por más billeteras, carteras, pinceles, joyas, escaleras, pasteles en la ventana, martillos de carpintero o animales de compañía que sustrajera, todo se le iba a perdonar.

El suplemento de historietas de Afanancio se publicó por más de 40 años en la Argentina, hasta que en 2001, las incomparables aventuras del ladrón más “honesto” de todos los tiempos terminaron por desaparecer. Además, el ladronzuelo fue uno de los personajes de Mazzone que estuvo a punto de saltar a la pantalla grande en la Argentina. Sin embargo, el elegido fue Piantadino, quien en el el año 1950 cobró vida a través del actor Pepe Iglesias, bajo la dirección de Francisco Mugica.

Afanancio es retomado en la actualidad por el periodista argentino Mario Casalongue, quien se encarga de colaborar con algunos guiones y se publicó durante años en todos los portales de noticias del #MultimediosNOVA como tira semanal.

NOVA intentó probar con varios dibujantes, entre ellos el excelente profesional NOEL, de la provincia argentina del Chaco, (Leo Caballero) quien no pudo continuar la tira por temas laborales, y los dibujos recayeron finalmente en el genial Fernando Rocchia, quien forma parte del staff del Multimedios como historietista y caricaturista.

En diciembre del año pasado, hace un mes, Afanancio fue editado con la revista Piturro Edición Especial, como personaje secundario, con dibujos y guiones originales de su creador Adolfo Mazzone, pero coloreado por el genial Fernando Rocchia.

Se puede encontrar en varias comiquerías de Buenos Aires, y también en kioscos de revistas de La Plata (ambas en la Argentina), en una edición imperdible y de excelente calidad.

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