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Encuentro

La insólita alianza entre los nazis y el islam: todo por Hitler y por Alá

Amin al-Husayni y Adolf Hitler en 1941.

En 1938 el propagandista nacionalsocialista Paul Schmitz escribía: "Bajo el liderazgo de Adolf Hitler, nosotros los alemanes hemos entendido el papel del bolchevismo y lo hemos desenmascarado ante el mundo, como también conocemos la importancia del mundo islámico en la lucha contra el Komintern. De ahí proceden los lazos de amistad que nos unen a los pueblos islámicos".

En 1942, el jefe de las SS Heinrich Himmler afirmaba: "Tuvimos dos oportunidades de evitar las guerras religiosas entre católicos y protestantes pero las dejamos escapar. La primera surgió cuando los árabes invadieron desde el oeste, desde Andalucía, y la segunda cuando los otomanos invadieron desde el este. Lamentablemente los alemanes jugamos un papel importante en la derrota de estas dos invasiones y privamos a Europa de la floreciente luz espiritual de la civilización del Islam". Poco después, el mismísimo Führer, elogiaba la fe de Mahoma como "una religión de hombres" y añadía: "Ya ven que nuestra desgracia ha sido tener la religión equivocada. La mahometana habría sido mucho más compatible con nosotros que la cristiana, mansa y débil".

La Alemania nazi buscó con ahínco durante la II Guerra Mundial la alianza del mundo musulmán, animó al Islam a unirse al Eje en la lucha final contra el comunismo, el judaísmo y la democracia occidental, y reclutó a lo largo de la contienda tropas árabes cada vez más numerosas.

El racismo de Hitler que, por supuesto, consideraba a la raza aria superior, no fue un impedimento para admirar la religión del Profeta y, más pragmáticamente, para desencadenar un levantamiento islámico en las colonias de los Aliados, su "talón de Aquiles". La respuesta general del Islam a estas iniciativas fue en general positiva aunque con reticencias y, en ocasiones, entusiasta.

Ha sido el historiador David Motadel -nacido en Alemania en 1981 y profesor de la London School of Economics- el que ha iluminado todos los fascinantes detalles de esta asociación fatal en 'Los musulmanes en la guerra de la Alemania nazi' (Alianza).

"Fue entre 1941 y 1942", explica Motadel, "cuando Berlín comenzó a promover una alianza con el mundo musulmán contra sus supuestos enemigos comunes, en particular contra el Imperio Británico, la Unión Soviética y los judíos. En las zonas musulmanas en guerra -el norte de África, Oriente Próximo, Crimea, el Cáucaso y los Balcanes- los alemanes se presentaron como amigos de los musulmanes y defensores de la su fe. Al mismo tiempo empezaron a reclutar a decenas de miles de musulmanes para la Wehrmacht y las SS".

El 28 de noviembre de 1941 el ostentoso y vanidoso muftí de Jerusalén Amin al-Husayni era recibido en la Nueva Cancillería del Reich en Berlín por una banda militar y una guardia de honor de 200 soldados alemanes. Aquel día anotó en su diario: "Allí me saludó el jefe de protocolo, que al poco me condujo a la habitación especial del Führer. Hitler me dio una calurosa bienvenida con expresión alegre, ojos expresivos y evidente dicha".

El líder palestino se instalaría en Berlín a sueldo de los alemanes que se servirían de él a efectos propagandísticos sobre el mundo musulmán a cambio de vagas promesas frente a sus demandas de independencia árabe y la paralización de la emigración judía a Palestina.

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