Opinión
Sendic no nos da de comer

La papa en la olla y la cortina de humo

Raúl Sendic, Vicepresidente de la República de Uruguay.

Por Anailén Nassif Goppar (*) , especial para NOVA

En estos últimos diez días el boom informativo uruguayo no ha sido otra cosa que hablar de calidad universitaria del Vicepresidente de la República. Recordemos que todo nace de una contradicción en dichos de Raúl Sendic no quedando claro si es licenciado o no en genética humana.

Esto despertó las suspicacias de la oposición, avivó los titulares más sangrientos y sobrevoló por todos los ámbitos académicos, profesionales, empresariales y hasta en el almacén de la esquina.

Ahora parece que el Vicepresidente Sendic va a pedir documentación a Cuba, donde dice haber realizado esta carrera, y en boca de los más audaces, esto suscita más dudas todavía.

Lo cierto es que el tema sigue presente mientras, en la realidad constante y sonante, está comenzando el año lectivo en cientos de centros educativos en todo el país. Miles y miles de estudiantes, de todos los niveles, entran al aula y arrancan un año de estudio. Y la verdad hay mucho para reflexionar.

Uruguay viene atravesando una crisis educativa desde hace décadas. El nivel excelso y reconocido que supo tener ha venido en franca caída. No hablemos ya de las estadísticas mundiales.

Hablemos de los horrores ortográficos de los profesionales recibidos en una Universidad, de la lectura sin coherencia ni comprensión en un aula de sexto, de la no resolución de problemas básicos en el liceo o la escuela técnica y, sumado a todo esto, la alta tasa de abandono escolar en el ciclo secundario.

Paralelamente los sindicatos y el gobierno tironean aumentos salariales y se producen bajas en la cantidad de docentes activos (por ende alumnos sin clases), se exigen presupuestos, se alteran los días de vacaciones como “castigo” y seguimos adelante con un Plan Ceibal (una computadora por niño) del cual hace mucho que no se dice nada.

En tanto, para iniciar el mes de marzo, el Presidente Tabaré Vázquez habló por cadena nacional (cosa que no hacía desde que asumió hace un año atrás) y tocó algunos puntos sensibles.

Entre otras cosas, dijo que “el año 2015 ha sido difícil y se han planteado grandes desafíos, tanto internos como externos, en diversas áreas”, haciendo referencia a que el “viento de cola” y los altos precios de los commodities que favorecieron en años anteriores al país y a la región, quedaron atrás.

No dejó afuera la realidad laboral y expresó que “hemos logrado que el desempleo continúe manteniendo cifras históricamente bajas para nuestro país (7,5 %) y que los trabajadores que desafortunadamente perdieron su fuente de trabajo, estén siendo apoyados y acompañados por el Estado” y dijo que se va a “luchar frontalmente y sin tregua contra la inflación, ya que esta es una carga pesada para los sectores de la población con ingresos fijos y con menores ingresos”.

De educación, de la empresa monopólica y estatal de combustibles Ancap y del Tratado TISA no hubo ni una sílaba.

Por todo lo expuesto vale pensar si quizá (sólo quizá) las dudas sobre la licenciatura del Vicepresidente no haya sido una tormentosa cortina de humo para desdibujar otras realidades. ¿Qué suma o que resta que el número dos del país sea o no sea titulado? En realidad, nada.

El problema real es si mintió. Porque no sólo no es sincero como persona sino que puede lograr que más de un ciudadano ponga todo lo que haga o diga en duda. Mucho más hondo cala una duda que una mentira.

Y mirando un poco más allá: ¿qué ejemplo le da la dirigencia política (oficialistas y de oposición que se sumaron al debate) que se llena la boca hablando de educación cuando alguien de poder y autoridad máxima queda en tela de juicio ante la sociedad?

¿Cómo le decimos a un estudiante que no abandone sus estudios, cómo le decimos a un maestro que esté frente a un aula, cómo le decimos a los más humildes que la esperanza del pobre está en la educación? La verdad que es muy difícil saberlo.

Y para finalizar: la cortina de humo también tapó el discurso del Presidente Vázquez. De poco vale una baja inflación si somos tan brutos que nos llevan de las narices, que nos venden cristales de colores y se llevan por delante lo más importante que tiene un ser humano: sus conocimientos.

Esos conocimientos crean y ofrecen nuevas alternativas laborales en épocas de crisis; desarrollan individuos inteligentes y generosos; abren puertas impensadas o, de hecho, las hacen; aumentan la creatividad, el ingenio, la destreza y fomentan el crecimiento económico de un pueblo, de una ciudad, de un país. El que sabe, produce. Y el que produce, crece.

La papa que cocinamos todos los días se pone en la olla con las manos, se produce con las manos en el campo, se compra con dinero y ese dinero se genera con la cabeza. Acá no hay inflación que valga. Adquirir conocimientos que sean productivos debería ser como comer: algo de TODOS LOS DÍAS y sin tanta cortina de humo.

(*) Periodista Política y Técnica en Comunicación Social. Ha creado y lleva adelante www.uruguay30.com, Servicios de Comunicación.

Lectores: 311

Envianos tu comentario