Ese fue el caso de este viejo luchador social, que vivió para predicar sus ideas y su estilo de vida sencillo, a la vuelta de sus pecados de juventud y que en el final le tocó pelear contra una dura enfermedad.

Esos pecados lo llevaron a pasar catorce años detenido, pero salió de allí como un hombre nuevo, tolerante y dispuesto a la convivencia democrática. Había un Mujica en los años 60 y otro a partir de 1985.

El Pepe volvió a la vida civil sin rencores. Los años que estuvo guardado lo convirtieron en un hombre sabio. Pasó de la guerrillero a senador porque entendió que desde el diálogo se consiguen más cosas que por la fuerza.

Una de las mayores habilidades del Pepe fue la oratoria. Afortunadamente quedan los videos de sus discursos y entrevistas para que las generaciones futuras sientan envidia por aquella que lo conoció.

Con un estilo claro y campechano fue incisivo y directo. Como se dice en modo coloquial, cantó las cuarenta sin agravios y sin malas palabras, pero con la voz firme. Una voz que dijo su verdad, nunca más fuerte que la vez que dijo que en su jardín no cultiva la flor del odio, o cuando dijo que hay deudas que no hay que cobrar.

No pasó tanto tiempo desde el histórico reportaje que concedió a Hugo Alconada Mon, en el que a modo de balance final hizo una profunda autocrítica sobre su gobierno: "No hice todo lo que había que hacer y tengo que arrepentirme" pero de dispensó admitiendo que "llegar a presidente no es tener la sartén por el mango". Pero no fue lo único que dijo esa tarde.

También tuvo tiempo para decir que cada uno tiene que hacer algo por su vida y que ese hacer no es otra cosa que dedicarse a lo que le gusta, pudiendo ser la práctica de un deporte, una actividad artística o cualquier cosa que se convierta en una causa. En otras palabras, dijo que el sentido de la vida es que uno haga aquello para lo que nació.

Para cerrar voy a contar algo personal. Hace algunos años yo estudiaba periodismo en la Escuela de Comunicación Perfil. El plan de estudios incluía la materia que consistía en entrevistar a personalidades importantes.

Uno de esos entrevistados fue José "Pepe" Mujica, que aceptó contestar las preguntas de un grupo de estudiantes. La nota se publicó en Perfil y tuve el honor de firmarla, junto a los hoy periodistas María Gabriela Maidana y Gustavo Winkler.

No todos los alumnos de ese grupo llegaron a ser periodistas, pero estoy seguro de que ninguno olvidará esos minutos con el Pepe.

Personalmente, elijo atesorar para siempre su saludo final, que resume su filosofía de vida en pocas palabras: "Como es algo cotidiano, la vida, poco valor le damos. El único milagro que existe para cada uno de nosotros es haber nacido, y de vez en cuando hay que hacerse esta pregunta: ¿Cuál es el sentido de nuestra vida?"

"Si nuestra vida va transcurrir, pagando cuentas, multiplicando las necesidades hasta el infinito y, por lo tanto, hipotecando la libertad, ¿Cuándo eres libre? Eres libre cuando gastas tiempo de tu vida, que es un bien no reparable, en cosas que te gratifican emocionalmente. Después cada uno puede ser distinto."

"Si se multiplican tus necesidades, se van a multiplicar tus necesidades de pago y las necesidades de trabajar. Al final, la vida se te va en pura obligación, no en algo que se llama gozar el milagro de haber nacido y haber vivido. Uno necesita tiempo, tiempo para tu cariño, tiempo para tus hijos, tiempo para tus amigos y cuando seas anciano, tiempo para tus recuerdos y para prolongar, en lo que puedas, el aliento de tu vida. Chau muchachos y hasta siempre".