Selva, que formó parte de la última edición del reality más famoso del país, aseguró que se sintió desvalorizada: “Desde el primer día que entré a la casa trabajé para dar show, me levantaba todos los días con ganas de darlo todo. Siento que al final no me valoraron como esperaba. Me merecía un lugar en la mesa”, expresó en un posteo que rápidamente encendió comentarios.

La bronca de Pérez se entiende si se tiene en cuenta que la gala fue una fiesta para Gran Hermano, que se quedó con la estatuilla a mejor reality, y donde su conductor, Santiago del Moro, se llevó nada más ni nada menos que el Martín Fierro de Oro, cerrando una noche histórica para el ciclo.

Sin embargo, mientras los flashes y aplausos se los llevaban los ganadores, Selva quedó mirando desde afuera, sin la invitación que tanto esperaba y que, según ella, se había ganado con esfuerzo y dedicación.

Lo cierto es que, con este descargo, la actriz dejó en evidencia que no todo es brillo en la televisión, y que detrás de cada gala glamorosa también existen heridas de ego y reclamos por un lugar en el centro de la escena.

La pregunta queda planteada: ¿fue un olvido de la producción o una decisión directa de dejarla afuera?