Ni Gobierno, ni Justicia, manda la bala: "epidemia de homicidios"
El país sostiene desde hace años una imagen internacional de paz, estabilidad y tranquilidad social. Sin embargo, detrás de esa postal amable se esconde una estadística cada vez más difícil de ignorar: el país atraviesa uno de los índices de homicidios más altos de su historia reciente, con tasas que el propio Ministerio del Interior califica como “epidémicas”.
En 2024, Uruguay registró 10,7 homicidios cada 100 mil habitantes, con una concentración muy marcada en Montevideo. En la capital, la cifra escala a 16,8 asesinatos por cada 100 mil habitantes y se repite una característica clave: la mayoría de los crímenes están vinculados a disputas ligadas al narcotráfico.
El "Mercado de las Drogas" del Uruguay.
— Carlos Cabrera (@00CarlosCabrera) November 1, 2025
Todo tomado!!!
Universo 25 naturalizado.
1,2,3,4,5,6 homicidios por día, de ANÓNIMOS con autores o sospechosos de autoría también ANÓNIMOS.
La prensa cómplice y los especialistas también estan toditos tomados! https://t.co/Z2SXE9IwqM
Gabriel Velasco, alcalde del Municipio D de Montevideo —una de las zonas más afectadas— lo resume sin rodeos: “Es un territorio que sufre una cantidad de índices negativos. Tiene un índice de pobreza muy grande. Nuestra zona tiene lugares de conflicto”. Según explicó, la sensación cotidiana de inseguridad está más asociada a delitos como el arrebato o la rapiña, pero reconoce que los asesinatos siguen un patrón claro: “El asesinato está muy encapsulado en la disputa narco”.
El ministro del Interior, Carlos Negro, advirtió semanas atrás que el país enfrenta tasas “epidémicas” de homicidios y remarcó el costo social del fenómeno: “Este delito no es solamente una estadística fría. Es la pérdida irreparable de una vida, el dolor de una familia, de un barrio. Es la propia confianza en nuestras instituciones la que se ve erosionada”.
Distintos estudios apuntan a una combinación de factores: crecimiento del narcotráfico local, fragmentación de bandas pequeñas sin jerarquías claras, cobro de deudas en violencia y una circulación de armas que no para de crecer. Uruguay tiene más de 617 mil armas registradas: una por cada seis habitantes.
Velasco coincide en que el mapa del delito está lejos del cliché del “gran cartel internacional”: “Es un tráfico a pequeña escala. No son los grandes narcos. Es el narcomenudeo, en especial en la periferia de Montevideo. Esto empezó en los 90 y ha ido creciendo”, afirmó.
Mientras tanto, la percepción social sigue dividida: el país continúa siendo visto como un lugar seguro en términos de robo y hurto —delitos que vienen bajando de forma sostenida—, pero los homicidios exponen una realidad mucho más cruda: Uruguay ya no es solo territorio de tránsito de droga, sino también un mercado interno de disputa violenta.








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