La historia viviente
Figuras de nuestro pasado

Carlos Calvo, el diplomático uruguayo que dejó su huella en la historia argentina

Carlos Calvo, personalidad destacada en la historia de la diplomacia nacional.

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

En la ciudad de Montevideo, el 26 de febrero de 1824, nació Carlos Calvo. Abogado de profesión, fue una figura destacada en la diplomacia argentina decimonónica.

Carlos Calvo provenía de una familia de origen español, con profundas raíces en la región del Río de la Plata. Desde joven, mostró un interés y una aptitud excepcionales para los estudios. Su formación académica comenzó en Montevideo. Posteriormente, se trasladó a Buenos Aires para continuar su educación, obteniendo su título de grado en derecho por la Universidad de Buenos Aires, especializándose en derecho internacional.

La carrera diplomática de Calvo lo puso como representante de la Argentina ante Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Gran Bretaña y Rusia. En esos destinos desempeñó un papel crucial en la consolidación de las relaciones bilaterales entre países. Su habilidad para negociar y su profundo conocimiento del derecho internacional lo convirtieron en un diplomático respetado y admirado.

Su tarea como embajador no la ejerció únicamente para Argentina. También ofreció sus servicios al Paraguay, en tiempos de Francisco Solano López, entre 1860 y 1863. Durante esos tres años representó al país vecino ante Inglaterra. Su labor se interrumpió intempestivamente al renunciar por diferencias con el dictador paraguayo.

Al final del siglo XIX representó a Argentina en la Santa Sede logrando restablecer el diálogo entre ambos Estados, interrumpidos desde 1884, pero su mayor logro fue la formulación de la "Doctrina Calvo". Este oriental al servicio de las relaciones internacionales dio su nombre a un principio del derecho internacional que sostiene que los extranjeros deben recurrir a los tribunales locales para resolver sus disputas, en lugar de buscar la intervención de sus gobiernos.

La "Doctrina Calvo" tuvo un impacto significativo en la política internacional y fue adoptada por varios países de América Latina. Este principio contribuyó a la defensa de la soberanía de las naciones y a la promoción de la igualdad ante la ley, consolidando la reputación de Calvo como uno de los juristas más influyentes de su tiempo.

En sus últimos años, Carlos Calvo se estableció en París, Francia, donde continuó trabajando en sus investigaciones y publicaciones sobre derecho internacional. Su obra más destacada, "Derecho Internacional Teórico y Práctico de Europa y América", se convirtió en una referencia fundamental para los estudiosos del derecho internacional. Falleció el 3 de mayo de 1906 en París, pero sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.

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