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Cuba, del referéndum al caos

Lo que parecía ser una venturosa semana para el Gobierno de la isla, terminó derrumbándose tras el paso del huracán Ian.

Por Alejandro Langape, corresponsal de NOVA en Cuba

La mañana del último lunes parecía presagiar una venturosa semana para el Gobierno cubano: el Consejo Nacional Electoral anunciaba el triunfo irreversible del "sí" a un Código de las Familias por el que había apostado firmemente.

Sin un proyecto claro en caso de triunfar el "no", las autoridades gubernamentales sabían que, más que por una nueva ley, los cubanos manifestarían en las urnas y, especialmente con su abstención, su rechazo a como se vienen conduciendo los destinos de la nación. Por ello, este tibio sí fue aclamado como una gran victoria por el presidente Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, quien rápidamente refrendó con su firma la validez del documento.

Poco duraría el júbilo. Ian, convertido en huracán categoría 2, penetraría en suelo cubano en horas de la madrugada el martes, concretamente por el territorio de Pinar del Río, la más occidental de las provincias, y, en un recorrido más lento de lo esperado, sus ráfagas, que llegaron a afectar también a las provincias de Artemisa, Mayabeque y a la capital del país, dejaron una estela de destrucción y horas de zozobra para los habitantes de la zona afectada.

Tras abandonar la isla rumbo a las costas de la Florida a las que llegaría con categoría 4 de un máximo de 5, Ian dejaba tres fallecidos, decenas de árboles y postes del tendido eléctrico caídos, viviendas derrumbadas, profundamente dañada la infraestructura de la industria tabacalera pinareña, la más importante de esa provincia, severas afectaciones en los cultivos de Artemisa y Mayabeque que son las principales abastecedoras de productos agrícolas para la capital, importantes daños en instalaciones deportivas, centros hospitalarios, fábricas y todo tipo de infraestructuras, pero lo peor estaba por llegar.

A las 5.57 horas de la tarde una severa afectación en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) provocaba un cero total, es decir, toda la isla quedaba sin fluido eléctrico. Esa noche, en la televisión nacional el director técnico de la Unión Eléctrica (UNE), ingeniero Lázaro Guerra Hernández, daba explicaciones sobre lo ocurrido y aseveraba que entre la noche y la madrugada se trabajaría en resolver esta situación inédita.

La promesa que apenas un pequeño grupo de cubanos con plantas eléctricas en sus viviendas pudo escuchar a la postre, como la aseveración de que se garantizaría un verano sin apagones, no pudo ser cumplida.

Desde la hora señalada y hasta la fecha, la recuperación del SEN ha sido lenta, angustiosa para los miles de cubanos que apenas recibían información sobre los avances al respecto (se está trabajando arduamente y es una tarea compleja fueron las respuestas aparecidas en los medios de difusión y en el espacio digital).

Días de incertidumbre, de auténtica zozobra viendo como los escasos y carísimos alimentos trabajosamente conseguidos podían deteriorarse, como se echaba a perder la leche de los niños y abocados a la decisión de consumir de golpe las reservas de pescado, pollo, algún embutido, cárnicos y otros alimentos perecederos sin refrigeración, los cubanos se enfrentaban también al dilema de cómo cocinar estos alimentos, pues tras la llamada Revolución Energética que encabezara el fallecido Fidel Castro, la gran mayoría de los cubanos cocina con algún tipo de electrodomésticos, dígase ollas, cocinas de inducción, etc. y solo en La Habana existe servicio por tuberías de gas licuado, al tiempo que el acceso al gas de balita.

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