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Podría tener más de siete días

Cuba, donde la Semana de la Pasión se vive en otoño

Con dudas sobre aspectos de la nueva ley que introducían profundos y revolucionarios cambios en la concepción tradicional de las relaciones familiares, acudieron a las urnas los cubanos.

Consultada el 30 de julio de este año, en la página web del periódico Escambray, órgano de la central provincia cubana de Sancti Spiritus, una encuesta había recibido 10086 votos de los lectores. El órgano de prensa preguntaba y cito: “De los temas incluidos en el proyecto del Código de las Familias ¿cuáles considera más polémicos?” y se ofrecían seis opciones:

El nuevo procedimiento para la determinación de los apellidos (4865 votos y un 36 por ciento)

El cambio del concepto de Patria potestad por el de Responsabilidad parental (3427 votos y 25 por ciento)

El matrimonio igualitario (3125 votos y 23 por ciento)

La filiación asistida (1295 votos y 10 por ciento)

Ninguna (533 votos y 4 por ciento)

Otros (306 votos y 2 por ciento)

O sea, con dudas sobre aspectos de la nueva ley que introducían profundos y revolucionarios cambios en la concepción tradicional de las relaciones familiares, acudieron a las urnas los cubanos, o, más exactamente, ese poco más del 75 por ciento de mis compatriotas que decidió, con o sin objeciones al proyecto, expresar su opinión en las boletas.

La historia del triunfo del sí es bien conocida y ya hablamos en anterior trabajo de cuan mayoritario fue ese respaldo a la aprobación de un Código de las Familias que la campaña gubernamental en su favor calificó como futurista, moderno y como “el código de los afectos”. Lo que pocos sospecharon es que este 25 de septiembre, matizado por la transmisión especial en la televisión cubana, exhortaciones constantes desde la oficialidad para apoyar al proyecto y despliegue de opiniones a favor y en contra, representaba apenas el inicio de la gran Semana de la Pasión en el archipiélago caribeño.

El lunes los presidentes del parlamento y de la República refrendaban con sus firmas la nueva ley y en la tele pública, amén de ponderar la victoria del sí como triunfo del socialismo y las políticas de continuidad (¿?) que hacían que la clase gobernante se frotase las manos y hablara de fiesta de la democracia, se mostraba la posible trayectoria de Ian, tormenta tropical que se fortalecía en las aguas caribeñas al sur de Cuba.

El martes en la madrugada, mucho antes de que a las estafetas de correos y los contados estanquillos que aun existen en Cuba llegara la Gaceta Oficial de la República que por segunda vez (ahora oficialmente) reproducía el texto del nuevo Código de las Familias, Ian, convertido en huracán de categoría 3 después de afectar a la Isla de la Juventud (aunque sin pasar sobre su territorio), entraba por la costa sur de Pinar del Río, la más occidental de las provincias cubanas y, tras varias horas de azote continuo con fuertes lluvias, penetraciones del mar en zonas baja y, muy especialmente, vientos cuyas rachas llegaron a superar los 200 km/h, salía al Golfo de México por un punto cercano a Puerto Esperanza en la costa norte pinareña dejando una estela de devastación y tres fallecidos.

Ese mismo martes, mientras la televisión mostraba parte de los destrozos causados por el meteoro ocurrió el desastre mayor, una falla técnica hacía colapsar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y todo el país quedaba sin servicio eléctrico.

Esa misma noche, en comparecencia televisiva, el Director Técnico de la Unión Eléctrica (UNE), el ingeniero Lázaro Guerra Hernández daba detalles sobre la falla y aseguraba que entre esa noche y la madrugada se restablecería el servicio al centro y oriente del país. Pero llegó el miércoles y aun el jueves sin resolverse la situación y con los trabajadores eléctricos batiéndose en dos frentes: de un lado recuperar las muchas afectaciones a los circuitos eléctricos en Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Isla de la Juventud y, en menor medida, Mayabeque, e intentar restablecer el SEN, uniendo las islas que se habían creado en los distintos territorios e incorporando las unidades de la termoeléctricas que salieran de servicio.

Y justo el jueves estallaron las protestas populares principalmente en La Habana. Y es que muchos cubanos comenzaron a ver con desesperación como los escasos alimentos comprados a precios exorbitantes se deterioraban por la falta de refrigeración, al tiempo que muchas familias que solo disponen de electrodomésticos para la cocción de sus alimentos se veían imposibilitadas de preparar las dos comidas diarias, por no hablar de las afectaciones en los servicios de acueducto.

Pero tanto como los apagones, el ataque impiadoso de los mosquitos en un país donde el dengue y otras enfermedades transmitidas por el Aedes Aegypti afectan a millares de cubanos, las dificultades para poner el plato de comida sobre la mesa, la ausencia de medicamentos vitales y otros males que convierten la vida de los cubanos en un infierno en la tierra, tanto o más molestó a mis compatriotas la actitud de los dirigentes cubanos.

Acusaciones de desidia (en Cuba cada año se desarrollan ejercicios de preparación ante el posible embate ciclónico y se supone que, entre otras tareas, se lleve a cabo la poda de las ramas de los árboles en las ciudades para impedir su caída sobre el tendido eléctrico y telefónico y destupir tragantes y alcantarillas para evitar acumulaciones de agua, algo que no ocurrió de cara a la presente temporada ciclónica iniciada en junio) aparecieron en redes, foros, en los comentarios a las notas publicadas por Cubadebate, la más importante plataforma digital oficialista. Los cubanos cuestionaban la lentitud en la recogida de desechos dejados al paso de Ian, el que no se movieran equipos de bombeo de agua para llevar este servicio a más lugares, que no se hubieran protegido adecuadamente los recursos pese a conocer la trayectoria previa que recorrería el huracán y, como botón de muestra, se referían a los colchones del pinareño estadio de béisbol Capitán San Luis que no fueron recogidos y resultaron arrancados y arrojados sobre el césped y también se recordaba que otros desastres ocurridos este año como la explosión en el hotel Saratoga o los incendios en la caldera de la unidad 2 de la termoeléctrica de Felton y en la base de supertanqueros de Matanzas habrían tenido también un componente de error humano y falta de mantenimiento y supervisión, algo que también se reprocha respecto al maltrecho Sistema Eléctrico Nacional otra vez en funcionamiento, porque el hecho de que muchos clientes afectados por Ian no tengan servicio aún no ha impedido que continúen los diarios apagones por déficit de generación en la mayoría de provincias cubanas.

Y mientras los cuestionamientos crecían, la electricidad no llegaba o volvía a retirarse temporalmente el servicio y en los medios de prensa se hacía referencia a daños a más del cincuenta por ciento de las viviendas de Pinar del Río, severas afectaciones a la industria tabacalera, la más importante de esta provincia, y a las producciones agropecuarias de Artemisa y Mayabeque, las principales aportadoras de viandas y vegetales a la capital del país, amén de destrozos de diversa envergadura en infraestructura industrial, deportiva, educativa, de salud pública.

Desastre total que provocaba el estallido a partir del jueves de numerosas protestas en diversos lugares del país, siendo las más notables las ocurridas en Batabanó y diversos lugares de la capital, en las que los manifestantes expresaban fundamentalmente su inconformidad con la demora en el restablecimiento del servicio eléctrico pese a la movilización de brigadas de otras provincias.

Torres Iribar, primer Secretario del Partido Comunista en la capital del país, al ser cuestionado al respecto en la televisión pública reconocía el derecho a la protesta, pero acto seguido hacía referencia a cuando sería válido el ejercicio de este derecho, y es que en Cuba las autoridades acostumbran a limitar sin sonrojos los derechos ciudadanos más allá de lo dispuesto en cualquier ley, incluida la carta magna.

Pese a las palabras del alto funcionario, viernes y sábados se multiplicaron las protestas con cierres de calles y avenidas y algún que otro enfrentamiento violento entre manifestantes y fuerzas del orden y la respuesta gubernamental fue el corte de internet, medida que también se tomara durante los sucesos del 11J y que pretende que no se divulguen en las redes sociales la magnitud de estas protestas que han dejado un ambiente de tensa inquietud que persiste a día de hoy, pues al grito predominante de “Ponme la lu” se han ido sumando los de “Libertad” y “Cambio de sistema” que preocupan y mucho a un régimen tambaleante, incapaz de superar con sus paquetes de medidas la creciente inflación, la caída del peso ante el dólar en el mercado informal, el flujo creciente de inmigrantes que en el último año supera los 200000 considerando solamente los arribado a Estados Unidos por la frontera mexicana y la cada vez mayor falta de credibilidad de la población hacia sus autoridades..

Sin el apoyo de Rusia que ha visto prolongarse la “operación militar especial” en Ucrania, Cuba ha contado en los últimos días con donaciones puntuales de las autoridades mexicanas, pero es obvio que resultan insuficientes para enfrentar las millonarias pérdidas provocadas por Ian y Wall Street Journal revelaba que La Habana habría solicitado ayuda al gobierno de Joe Biden, aunque sin definir el monto de la misma y especulándose que estaría centrada en alimentos, material hospitalario y, tal vez, algún tipo de asesoría para subsanar las líneas eléctricas afectadas, una ayuda que, en cualquier caso, sería distribuida bajo supervisión de las autoridades estadounidenses.

Cuestionado como nunca en las seis últimas décadas, el gobierno cubano parece rebasado por esta Semana de Pasión. El triunfo de una apuesta electoral en la que se invirtieron recursos que muchos creen debieron ponerse en función de proteger bienes e instalaciones antes del paso de Ian, hoy parece irrelevante y si buena parte del abstencionismo, el voto no válido y el no que superaron el 50 por ciento del padrón electoral se interpretaron como voto de castigo, lo cierto es que en los próximos comicios municipales la ausencia a las urnas y el voto no útil podrían alcanzar cifras jamás vistas en estos procesos como postura de rechazo frontal, muestra de un hartazgo ante la retórica oficial que llama a la participación ciudadana y que intenta disminuir su nivel de responsabilidad en un estado de cosas donde la pasión claramente podría conllevar al enfrentamiento directo. Y es que, en Cuba, la Semana de la Pasión de su inexistente otoño podría tener mucho más de siete días.

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