La historia viviente
Creer o reventar

El Doctor Voronoff y el "boom" de los trasplantes de testículos

El médico ruso prometía "curar" la vejez. La eterna juventud parecía posible y consistía en en reemplazar el sistema reproductor de monos en humanos.
Fue conocido en su tiempo como "el experto en glándulas de mono", y sostenía que el envejecimiento humano podía detenerse, o incluso revertirse.
El profesional se compró un castillo en Grimaldi, Italia en 1925 gracias a sus injertos.

El doctor Serge Voronoff nació en Rusia en 1866 y se mudó a Francia a la edad de 18 años, convirtiéndose en ciudadano francés en 1895. Fue conocido en su tiempo como "el experto en glándulas de mono", y sostenía que el envejecimiento humano podía detenerse, o incluso revertirse, trasplantando testículos de mono a las personas. Con esto último consiguió fama y fortuna.

Decía que los injertos aumentaban la fuerza y mejoraba la apariencia, y experimentó con muchos otros animales creyendo, por ejemplo, que las glándulas de toro podrían contener la fuente de la juventud.

La controvertida técnica médica del doctor Voronoff

Realizó el primer trasplante oficial de una glándula de mono en un cuerpo humano el 12 de junio de 1920. Tres años más tarde, el trabajo de Voronoff fue aplaudido por más de 700 científicos en el Congreso Internacional de Cirujanos en Londres. El trasplante de células, tejidos u órganos vivos de una especie a otra se había convertido en una tendencia experimental en el campo de la medicina a finales del siglo XIX.

Durante un breve tiempo, usó los testículos de criminales ejecutados para trasplantarlos a sus clientes adinerados, pero cuando la demanda finalmente se volvió demasiado grande, tuvo que abrir una instalación de cría de monos en la Riviera italiana.

Durante su carrera, Voronoff también realizó trasplantes de testículo en más de 500 cabras, carneros y toros, afirmando que los resultados mostraron que la implantación de órganos extraídos de especímenes jóvenes en animales más viejos tuvo un efecto revitalizador en estos últimos. A esas alturas estaba convencido de que había descubierto un método para ralentizar el proceso de envejecimiento.

Millonarios de todo el mundo solicitaron la operación y, a principios de la década de 1930, miles de personas habían pasado por el quirófano del médico. El éxito de Voronoff lo llevó a una vida de lujo y extravagancia. Ocupaba todo un piso de uno de los hoteles más caros de París y tenía un séquito personal de choferes, ayudantes, secretarias personales y amantes.

Su trabajo había sido financiado desde 1917 por una adinerada socialité estadounidense Evelyn Bostwick, quien se convirtió en su asistente de laboratorio en París antes de convertirse en su esposa en 1920.

Su vida extravagante y lujosa

La demanda del procedimiento de Voronoff siguió aumentando, al igual que su ambición. Siguiendo el modelo de cualquier científico loco clásico, Voronoff se compró un castillo en Grimaldi, Italia en 1925.

Argumentando sobre los costos prohibitivos y la molestia de transportar partes de mono para sus procedimientos, Voronoff construyó un recinto de primates en el jardín y contrató a un ex entrenador de circo para administrar su nueva granja a la que llamó “Castle Voronoff”, y estaba equipado con un pequeño hospital donde el médico podía realizar los injertos.

El final del doctor Voronoff

Se administraron más de 2000 rejuvenecimientos de testículos de hombres mono en todas partes del mundo. Voronoff dejó de realizar los procedimientos alrededor de 1930, pero continuó haciendo proselitismo sobre los beneficios de sus injertos.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Voronoff estaba en los Estados Unidos, escapando de los nazis, aunque fue llamado a Francia en 1939 para actuar como cirujano. Después de la guerra, Voronoff regresó a su castillo y descubrió que había sido diezmado por los bombardeos, pero estaba decidido a reconstruirlo.

Por desgracia, Voronoff murió en 1951, rico pero desacreditado, sin haberse rejuvenecido nunca, a pesar de las múltiples declaraciones de que lo haría, en caso de que llegara a tener la necesidad.

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