El mandatario narró entre risas cómo un padre le pidió extender las vacaciones tras encontrarlo tirando la basura, un episodio que pinta un cuadro de banalidad en un país que exige soluciones urgentes.

Incluso admitió que los pedidos más extraños los recibió como intendente de Canelones, sugiriendo una gestión más centrada en lo anecdótico que en lo efectivo.

El intercambio con los entrevistadores incluyó menciones a su esposa, Laura Alonsoperez, y al festejo de su asunción, y le preguntaron si seguiría celebrando como el 1 de marzo.

Orsi esquivó con un “ya está, ahora te toca a vos”, tras mencionar una visita a un centro de salud mental, pero sin detallar avances concretos.

Una panelista lo llevó a rememorar su etapa como bailarín, un pasatiempo de los noventa que ocupaba sus fines de semana, aunque aseguró que “no lo agarran más”.

Finalmente, anunció un ciclo musical en la residencia de Suárez, pospuesto por lluvia, una iniciativa que suena a distracción populista más que a una prioridad nacional.

Uruguay necesita un presidente que gobierne, no que se pierda en nostalgias folclóricas y planes superficiales.